Por Oberyn Saura
Con
comidas típicas del medioevo y la inspiración de la serie Juego de
Tronos, el “Banquete de Invernalia” fue un éxito culinario.
Los
candelabros de hierro coronaban el techo e iluminaban tenuemente la
habitación. Afuera, en el patio, la lluvia caía con estrépito,
pero dentro el clima era acogedor y los estandartes sobre la pared
mostraban el emblema familiar: un lobo negro sobre campo blanco. Los
invitados se sentaron en tablones, mientras los rasguidos del arpa,
amenizaban la espera.
El domingo
31 de marzo los participantes del Primer Banquete de Invernalia se
transportaron, como por sortilegio, de la Ciudad de Buenos Aires a la
capital del Norte de Poniente. La convocatoria organizada por “Winter
is coming” emuló un festín en Invernalia y como buen festejo, no
podían faltar sus anfitriones: cosplayers que caracterizaron a Ned
Stark, Lady Catelyn Stark, Robb Stark y Jon Nieve, que no caza una.
Hasta la Reina Cersei hizo acto de presencia.
Antes de
ingresar, a los convidados se les ofreció pan y sal para indicar que
se encontraban al amparo de las leyes de la hospitalidad. Aunque
luego de ver la Boda Roja, los invitados aceptaron el ofrecimiento
con recelo. No pocos saltaron sobresaltados de sus asientos cuando el
bardo Germán el Caminante comenzó a interpretar con su dulcimer
-instrumento de cuerdas, pequeño y triangular, que se toca con un
arco como el violín- las “Lluvias de Castamere”. Por fortuna,
ningún comensal salió herido o fue asesinado durante el transcurso
del festín. Y tampoco ningún Stark, cuya tendencia a morir es
preocupante.
Durante el
banquete se sirvió sopa fría de frutas, como entrada, mientras que
los platos principales fueron tarta de ternera y panceta y pollo a la
miel. Todo acompañado con cebollas en salsa de carne, remolachas
salteada con manteca y nabos en manteca. De postre, se sirvieron
manzanas asadas y para beber, vino especiado o cerveza artesanal. Un
verdadero festín, donde las habilidades culinarias de Paula
Soubelet, la cocinera, dejaron a los invitados con ganas de tener el
apetito voraz de Robert Baratheon para poder comer todo cuanto se les
ofrecía.
Para
entretener a los comensales, el bardo interpretó algunas canciones
típicas de Poniente: la jocosa “el oso y la doncella”, la
picante “La mujer del dorniense” y "Coplas a los Reyes de Poniente", de invención propia del
músico, cuyo estribillo reza “dos cosas muy bellas tiene
Desembarco del Rey, el Septo de Baelor y el culo de Cersei”. Las
risas estallaraon en el salón, con desmesura. Ya hacía tiempo que
los asistentes habían abandonado todo pudor y se habían dejado
llevar a los Siete Reinos acompañados por la cerveza, la música, la
decoración y la comida.
El
almuerzo concluyó con un homenaje a los Hombres de Hierro, donde se
bailó la “Danza del dedo”, con una coreografía que desafiaba
las habilidades motrices de los huéspedes, después de tanta comida
y vino. Por suerte en el baile no se utilizaron hachas de verdad,
sino muchos habrían perdido más que un dedo.
Los
invitados se retiraron a eso de las séis de la tarde, satisfechos
por la excelente comida, y divertidos por la música y el baile. Pero
sobre todo, con la sensación de haber podido visitar, aunque sea por
unas horas, un rinconcito de Poniente.

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