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jueves, 10 de abril de 2014

Un verdadero festín medieval

Por Oberyn Saura


Con comidas típicas del medioevo y la inspiración de la serie Juego de Tronos, el “Banquete de Invernalia” fue un éxito culinario.

Los candelabros de hierro coronaban el techo e iluminaban tenuemente la habitación. Afuera, en el patio, la lluvia caía con estrépito, pero dentro el clima era acogedor y los estandartes sobre la pared mostraban el emblema familiar: un lobo negro sobre campo blanco. Los invitados se sentaron en tablones, mientras los rasguidos del arpa, amenizaban la espera.
El domingo 31 de marzo los participantes del Primer Banquete de Invernalia se transportaron, como por sortilegio, de la Ciudad de Buenos Aires a la capital del Norte de Poniente. La convocatoria organizada por “Winter is coming” emuló un festín en Invernalia y como buen festejo, no podían faltar sus anfitriones: cosplayers que caracterizaron a Ned Stark, Lady Catelyn Stark, Robb Stark y Jon Nieve, que no caza una. Hasta la Reina Cersei hizo acto de presencia.

Antes de ingresar, a los convidados se les ofreció pan y sal para indicar que se encontraban al amparo de las leyes de la hospitalidad. Aunque luego de ver la Boda Roja, los invitados aceptaron el ofrecimiento con recelo. No pocos saltaron sobresaltados de sus asientos cuando el bardo Germán el Caminante comenzó a interpretar con su dulcimer -instrumento de cuerdas, pequeño y triangular, que se toca con un arco como el violín- las “Lluvias de Castamere”. Por fortuna, ningún comensal salió herido o fue asesinado durante el transcurso del festín. Y tampoco ningún Stark, cuya tendencia a morir es preocupante.
Durante el banquete se sirvió sopa fría de frutas, como entrada, mientras que los platos principales fueron tarta de ternera y panceta y pollo a la miel. Todo acompañado con cebollas en salsa de carne, remolachas salteada con manteca y nabos en manteca. De postre, se sirvieron manzanas asadas y para beber, vino especiado o cerveza artesanal. Un verdadero festín, donde las habilidades culinarias de Paula Soubelet, la cocinera, dejaron a los invitados con ganas de tener el apetito voraz de Robert Baratheon para poder comer todo cuanto se les ofrecía.
Para entretener a los comensales, el bardo interpretó algunas canciones típicas de Poniente: la jocosa “el oso y la doncella”, la picante “La mujer del dorniense” y "Coplas a los Reyes de Poniente", de invención propia del músico, cuyo estribillo reza “dos cosas muy bellas tiene Desembarco del Rey, el Septo de Baelor y el culo de Cersei”. Las risas estallaraon en el salón, con desmesura. Ya hacía tiempo que los asistentes habían abandonado todo pudor y se habían dejado llevar a los Siete Reinos acompañados por la cerveza, la música, la decoración y la comida.
El almuerzo concluyó con un homenaje a los Hombres de Hierro, donde se bailó la “Danza del dedo”, con una coreografía que desafiaba las habilidades motrices de los huéspedes, después de tanta comida y vino. Por suerte en el baile no se utilizaron hachas de verdad, sino muchos habrían perdido más que un dedo.

Los invitados se retiraron a eso de las séis de la tarde, satisfechos por la excelente comida, y divertidos por la música y el baile. Pero sobre todo, con la sensación de haber podido visitar, aunque sea por unas horas, un rinconcito de Poniente.



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